El Islote Curupí, turismo asociado con las caricias del río Paraná

Por Alejandro Delgado Morales – Melisa Delgado Niglia
El Islote Municipal Curupí es un Área Natural Protegida ubicado frente a la ciudad de Paraná y constituye un espacio entrerriano que brinda a la comunidad la posibilidad de acercamiento al ambiente isleño. Su abordaje está orientado a su conocimiento y al de la ecorregión a la que pertenece y su biodiversidad, promoviendo la contemplación de sus paisajes y riquezas y, asimismo, al fin educativo para la preservación del patrimonio natural y cultural existente, haciéndolo accesible a los vecinos de la ciudad y la región. En la recorrida de turismo180grados, el relato de Dante Gariboglio, director de Cultura Ambiental y Ecoturismo, reflejó la tarea que se realiza, en particular de la Asociación ambientalista A Ñangarecó Nderejhé.
El relato inicial dio cuenta de que hace unos cien años se habría arrojado chatarra en el lecho del río a los efectos de que se fueran depositando arena y limos hasta formar un gran banco que fue desplazado por la corriente del río sobre la costa brindando mayor calado al puerto. El tiempo y el agua completaron la tarea: crearon un paraíso a escasos metros de la ciudad. Y conservando todas las características de una isla natural.
Un ambiente de selvas en galería con la flora y la fauna estrechamente ligadas a los sistemas acuáticos dan como resultados la presencia de patos silbadores, caráus, garzas blancas, gallinetas y gallaretas, gallitos de agua, teros reales, iguanas, tortugas de agua, carpinchos y ejemplares de lobitos de río, chajá y biguá, entre otros. Además de ceibos en flor, sangre de Drago, cambará, timbó blanco, aliso, sauces, papas de río, mburucuyá, patito coludo y carpincheras.
El relato de Dante: Turismo asociativo
Estamos en un ambiente típico isleño del río Paraná, es una isla típica, característica del Paraná. Estamos aquí frente a la ciudad, frente a la costanera de la ciudad Paraná, a escasos tres minutos de navegación, cuatro, en el kilómetro 600 del río Paraná. De aquí al puerto de Buenos Aires hay 600 kilómetros de navegación por el canal principal que pasa acá cerca de la isla.
¿Qué hacemos acá? Esta es una experiencia casi inédita en el país, porque es un turismo asociativo, es un lugar que si bien pertenece a un espacio público, pertenece al municipio de Paraná, está gestionado y administrado por una asociación civil. Nuestra asociación civil nace en el año 95 con la exclusiva función de cuidar este espacio, primero como cuidado y hoy ya hace un par de tres años hacia atrás, con una cuestión de experiencia de turismo, nosotros decimos turismo ambiental, un aula abierta a la comunidad.
Tiene destinatarios específicos, generalmente son los contingentes escolares, para mostrarle qué es una isla, cuál es su flora y fauna, anécdotas del ambiente isleño, pero sobre todo tenemos que contarle cómo se debe cuidar un ecosistema fluvial del río Paraná, que es muy frágil, con los cuales necesitamos trabajar sobre eso.
Obviamente, si bien es un turismo educativo, también está destinado a nuestros vecinos, fundamentalmente contarles que, para sorpresa nuestra, no conocen muchos la isla y también para el turista es un producto que hace un par de años se ha impuesto en la ciudad como un paso obligatorio para contarles esto.
¿En qué consiste? Es un turismo muy poco intervencionista, es un turismo, ya dijimos, ecológico, ambiental, y contarles, ponerlos en contacto con la naturaleza, con escuchar, nosotros decimos abrir los oídos para escuchar el sonido de la isla. Esa es la idea, bajar un cambio de la ciudad y transitar este espacio con nuestros guías, con nuestros guardaparques, y contarles qué es lo que hacemos que, sobre todo, cómo funciona una isla, cómo es el ambiente isleño y qué propiedades tienen las plantas, qué función cumple la vegetación, la fauna de este lugar.
Entonces, es un turismo de tranquilidad, de relax y sobre todo de conciencia ambiental.
Estar 30 minutos al mes…
Bueno, 30 minutos alcanzan para experimentar lo que es lo que nosotros llamamos baño de bosque, una técnica japonesa, no es nuestra, que consiste en permanecer en un espacio boscoso, con muchos árboles, para aspirar unas pequeñas partículas que libran los árboles, se denominan fitoncidas. La fitoncida tiene una función dentro del ambiente isleño o boscoso, de proteger, es como forma como manto protector, que protege a las especies vegetales de los que son bacterias o hongos, los cuales los árboles de la isla gozan de mucha vitalidad, porque están protegidos por ese manto.
Y en nosotros, aspirar esas pequeñas partículas desencadenan el sistema inmunológico, con los cuales nos protegen de algunas enfermedades, por supuesto, pero sobre todo bajan mucho el estrés.
Entonces, lo recomendable es permanecer 30 minutos al mes, con los cuales hay que volver, hay que volver, esa es la trampa, digamos, dentro de 30 días tiene que volver, pero eso lo pueden hacer en cualquier lugar donde haya un ambiente, un parque muy grande, también va a experimentar.
Acá hay un grupo que hace la práctica esa, obviamente la hacen descalzo en el piso para tener contacto con la tierra, pero tranquilamente la persona que pasa por aquí experimenta la gestación, porque hay muchos árboles que tienen esa función, los sangre de dragón, sobre todo, que bajan mucho el estrés y dan un poco de tranquilidad.
Así que, es la idea, desconectarse, relajarse y venir con ganas de disfrutar, con ganas de abrir los oídos, los sentidos, la vista, agudizar la vista y detectar las especies que aquí habitan y volver a la ciudad con otro ánimo, ¿no?