General Belgrano: Termas, Bosque Encantado, Costanera y vinos

Un impensado refugio para descubrir y disfrutar del vino en General Belgrano: En esta ciudad bonaerense, muy elegida para escapadas por sus termas, su Bosque Encantado y su costanera sobre el río Salado, hay mucho para ver y sorprenderse. Como este espacio creado por un emprendedor local para degustar vinos de etiquetas no tan conocidas, conversar y aprender sin solemnidad. Hoy convoca a turistas que llegan especialmente para sus encuentros.
A menos de dos horas de Buenos Aires, General Belgrano se ganó su lugar entre los destinos de escapadas más buscados de la provincia. Las Termas del Salado -las más cercanas a la Ciudad-, el sorprendente Bosque Encantado, la espectacular costanera sobre el río y la vida tranquila en medio del campo la convirtieron en una opción perfecta para desconectarse.
Es una ciudad que cada fin de semana convoca con sus sólidos atractivos, aunque también hay propuestas que sorprenden por su originalidad, y porque probablemente no estén en el radar de los visitantes.
Es el caso de Sonrisas Violetas, un pequeño y cálido wine bar y mucho más; un punto de encuentro donde el vino se convierte en excusa para compartir y descubrir. El espacio fue creado por Fabrizio Peña, un belgranense que, después de varios años trabajando fuera del pueblo, volvió al pago con una idea poco común para una ciudad del interior de la provincia: abrir un lugar dedicado a la degustación y venta de vinos de autor.

“Quería que la gente probara sabores nuevos, que se animara a ir más allá de las etiquetas tradicionales”, cuenta. Y agrega que “el vino tiene que ver con la historia y con la tierra, pero también con la curiosidad: si no probás, te perdés la mitad del viaje”.
En el local -una casa de techos altos, luz cálida y un altillo con vista al verde del boulevar en la esquina de Lavalle y Dr. Torras – se pueden probar tanto vinos de proyectos pequeños, de esas bodegas familiares que producen pocas botellas pero mucho carácter, como marcas no tan conocidas de bodegas muy conocidas y tradicionales.
Fabrizio lleva adelante su emprendimiento con un entusiasmo contagioso, y él mismo se encarga de viajar a menudo para conocer a los enólogos, escuchar sus historias y traer a Belgrano partidas limitadas que muchas veces terminan siendo la excusa perfecta para encontrarse en degustaciones por copa o catas temáticas.
“No me interesa sólo vender vinos; me interesa contar lo que hay detrás de cada botella”, dice mientras acomoda una serie de copas de cristal sobre la mesa. Las noches de degustación son un ritual: hasta doce personas, cinco cepas, un menú por pasos y un tema conductor (un varietal, una región o una bodega invitada).
Remarca: “No hace falta saber de vinos, al contrario. La idea es disfrutar, reírse, preguntar. Hay que sacarle el miedo al vino”, explica.
Justamente con ese objetivo, es que en estas cenas participa algún responsable de la bodega del día, para que pueda responder todas las inquietudes de los comensales. Son veladas en las que la música, la charla y los aromas se mezclan con naturalidad, y el clima es más de encuentro que de cata formal.
Lo que comenzó como un emprendimiento modesto se transformó en un punto de referencia para locales y turistas. Sonrisas Violetas abrió un nuevo tipo de experiencia en General Belgrano: una forma de turismo sensorial que combina hospitalidad, cultura y territorio.
“La gente que viene a las termas o a pasar el fin de semana suele buscar algo distinto para hacer a la noche. Y acá encuentran eso: una experiencia diferente, cercana y que los sorprende”, dice Fabrizio.
- El Caminito Vinero y una parra gigante para compartir y descubrir
Su apuesta también tiene un costado “educativo”. En las charlas y degustaciones, suele insistir en que el vino no necesita etiquetas de lujo.
“No hay que pensar que el buen vino está solo en Mendoza o en San Juan. Hay proyectos increíbles en La Pampa, en Córdoba, en Catamarca. El país está lleno de pequeñas bodegas que merecen ser conocidas”, dice Fabrizio.
Y recuerda que, al principio, muchos vecinos lo miraban con curiosidad: “Me decían que en Belgrano nadie iba a venir a tomar vino por copa. Pero pasó lo contrario: empezó a venir gente que no tomaba vino y ahora se anima a probar de todo”.
Esa apertura, dice, es lo que más lo motiva. “Cuando alguien me dice que descubrió su vino favorito acá, siento que mi trabajo tiene sentido”, resume. Siempre en movimiento, Fabrizio está constantemente buscando y generando nuevas iniciativas.

Así se le ocurrió la original idea del “Caminito Vinero”, que funciona así: los visitantes llegan al local, retiran una canasta con un vino, copas, una picada y un mantel, y lo disfrutan con un picnic en el espacio verde que hay enfrente, en el boulevar.
Y hay otra idea próxima a debutar: la apertura de un patio pensado para hacer degustaciones por copa bajo una pérgola alta y grande, “como una parra gigante”.
El plan, aprovechando los días y noches cálidas del verano, es ampliar la experiencia al aire libre y ofrecer un lugar donde el vino se disfrute incluso bajo el sol, entre charlas y música.
“Será un espacio relajado, informal, con la misma esencia: probar, compartir y descubrir”, anticipa su creador.
Además de las degustaciones programadas, Sonrisas Violetas organiza cenas especiales con cocineros invitados y menús de estación, en los que siempre, claro, todo gira en torno al vino: los platos están pensados para acompañar las etiquetas elegidas, y allí los cocineros locales encuentran una oportunidad para mostrar su trabajo.
“Acá todos ganamos. Los productores, los cocineros, los turistas. Lo importante es compartir”, dice.
Con el tiempo, el emprendimiento empezó a atraer visitantes que llegan desde distintos puntos de la provincia, tentados por una propuesta distinta, complementaria, al turismo termal o rural.

Algunos hacen la visita como parte de un recorrido más amplio; otros viajan especialmente para las noches de cata. “Nunca pensé que esto pudiera generar movimiento turístico, pero sí: hay gente que se queda en el pueblo solo para venir al wine bar”, dice con una sonrisa. Fabrizio no habla de crecimiento en términos de negocio, sino de comunidad.
“Me gusta pensar que Sonrisas Violetas es un punto de encuentro. Si alguien se va de acá habiendo aprendido algo nuevo sobre el vino, o habiendo pasado una linda noche, ya está. Ese es el objetivo”, apunta.
- Miniguía
General Belgrano está a 160 km de Buenos Aires, por Autovía 2 y Ruta Provincial 29 (en el cruce con la RP 41).📍 Sonrisas Violetas está en la esquina de Lavalle y Dr. Torras.
Qué hacer: degustaciones temáticas con menú de pasos (dos por mes), wine bar con venta por copa, cenas especiales con cocineros invitados, picnic al aire libre con vino y picada. Próximamente, patio al aire libre con degustaciones bajo una “parra gigante”.
Cuándo ir: fines de semana y feriados; las catas se programan con aticipación en determinadas fechas; consultar antes de ir.
Reservas por Instagram: @sonrisasvioletas.
- Contenido: Departamento de Promoción Turística – General Belgrano
